Los super panópticos y sinópticos actuales

La clase usualmente trataría de Foucault, pero quise dar un giro y enfocarme sólo en Vigilar y Castigar; entonces se me viene a la cabeza la idea de una casa con paredes de cristal estilo Nosotros (Zamiatin, 1921) y de cámaras vigilando como en el Gran Hermano descrito por Orwell en 1984 (Orweell, 1948). La obra de Foucault (http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/592.pdf) es despiadada, así como la de Orwell, inicia con la más cruda descripción de la tortura (de Damiens) en el capítulo suplicio, hasta la descripción de las prisiones modernas. Haciendo referencia a los panópticos, como el sistema de vigilancia y control, dónde era posible la disciplina mediante la amenaza permanente del castigo:  

“De ahí el efecto mayor del Panóptico: inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. Hacer que la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción. (Foucault, Vigilar y Castigar, Pág. 121)

Sin embargo el poder no era sólo manejado a través de prisiones, también las relaciones de poder podían encontrarse en las relaciones médico-paciente, maestro-alumno, jefe-empleado, etc. No eran necesarias las torturas, las cadenas o barrotes, la obediencia era producto del creer ser vigilados.

Una sujeción real nace mecánicamente de una relación ficticia. De suerte que no es necesario recurrir a medios de fuerza para obligar al condenado a la buena conducta, el loco a la tranquilidad, el obrero al trabajo, el escolar a la aplicación, el enfermo a la observación de las prescripciones. (Foucault, Vigilar y Castigar, Pág. 122)

El mundo distópico de Orwell se nos presenta actualmente como Corea del Norte. La disuasión de la realidad circundante a través de creencias sostenidas (Noam Chomsky, El conocimiento del lenguaje, su naturaleza, origen y uso,1989), que se mantienen por un régimen para justificar su poder y permanencia. Ese mundo distópico de la constante guerra, (la guerra coreana tiene más de 50 años), de racionamiento de alimentos a favor de armamentismo, de oscurantismo intelectual donde todos libros son propaganda del régimen, del cambio de la historia narrada (Ver http://m.soho.com.co/zona-cronica/articulo/de-turismo-peor-pais-del-mundo/6481). 

Sin embargo,  no sólo hay panópticos en los totalitarismos.  Los nuevos panópticos de los que menciona Bauman (http://es.scribd.com/doc/65504030/Globalizacion-Zigmunt-Bauman-Completo), como las tarjetas de crédito, las tarjetas de puntos de los supermercados, las bases de datos de éstas y las redes sociales, son elegidos por los vigilados. Los vigilados eligen revelar su información a cambio de tener acceso a “todo lo que merece la pena” (Zigmunt Bauman, La Globalización Consecuencias Humanas, Pág. 69). El terrorismo y las nuevas amenazas globales pueden ser excusa para ceder las libertades individuales a cambio de seguridad, el nuevo enemigo no es otra nación, está dentro. Los ejércitos prusianos cedieron paso a la Doctrina de Seguridad Nacional (desde la Guerra Fría con Truman 1950 y las dictaduras del Cono Sur), donde es legítimo el exterminio de lo “subversivo”. 

Bauman nos aclara que más que panópticos, hoy nos encontramos inmersos en sinópticos. Este nuevo mecanismo de poder son los medios de comunicación masivos. Ahora quienes son vigilados son las celebridades, estos viven es casas de cristal y las multitudes les vigilan permanentemente. La fama es la nueva pérdida de privacidad. Los vigilados se tornan en vigilantes. Mientras el panóptico permitía disciplina mediante la amenaza del castigo, el sinóptico seduce. Los vigilantes son el nuevo Gran Hermano, quienes emulan la élite de los vigilados. La exclusión es que no todos tienen acceso a la fama, los medios seleccionan quiénes deben ser escuchados. 

Bourdieu explica como puede ser persuasiva, engañosa y banal la televisión (Bourdieu, Sobre la Televisión, 1996). Este medio masivo tiene un fuerte poder político, puede persuadir al movimiento social, un noticia es presentada con matices, puede generar sentimientos de odio, afanes de ridiculizar, racismo, ese llamado

“efecto de realidad, puede mostrar y hacer creer en lo que muestra” (Ibid, Pág. 27).

Pero también puede “ocultar mostrando”, como el sensacionalismo, el dramatismo, llegando a lo superfluo y banal opacando sucesos que deberían ser más trascendentes.

En este nuevo orden de ideas, la seducción del sinóptico garantiza la ignorancia sin ser necesaria la vigilancia del panóptico. El poder  es de aquellos que poseen el conocimiento. Ellos imparten un sistema de creencias donde su visión del mundo es la verdad, es lo correcto, es lo normal (Foucault, Vigilar y Castigar, Pág. 19). 

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